Para muchos gerentes y propietarios de pequeñas y bastantes medianas empresas, hablar de los números de éstas, se remite a saber las ventas, los saldos en bancos y las cuentas de clientes a cobrar. Creen que poco más es necesario saber para conocer el estado de la salud económica de las mismas y todo se resume en esos “números”. Cuando se les pregunta cuáles son los márgenes de contribución de las distintas tipologías que realizan, ya sea diseñando, produciendo o instalando, dan cifras poco fiables y sin mucha fe en ellas. De esa forma, invertir o desinvertir en líneas de productos o determinados mercados, es un ejercicio de intuición y de “ojo clínico”. La pregunta es: Qué se les pasa por la cabeza? La respuesta es bien sencilla, mientras sigan entrando pedidos o presupuestos aprobados y cobrando facturas, todo va bien. Para muchos de ellos, los “números” son cosa de los contables y los gestores externos que preparan los impuestos trimestrales del IVA y las retenciones del IRPF, los Seguros Sociales mensuales y el Impuesto de Sociedades anual. Sin embargo, están en un craso error, pues mientras la actividad vaya bien, “no hay por qué preocuparse”, pero si la situación cambia y entramos en una cierta crisis o incluso el comienzo de una posible recesión, los problemas hasta entonces ocultos, afloran y a lo peor es tarde para tomar medidas que, de haberse aplicado antes, podrían haber reducido el impacto de los efectos de la posible crisis económica. Conocer cuál es nuestro llamado fondo de maniobra, capital circulante o capital de trabajo (diferencia entre activo corriente y pasivo corriente), nos permite saber si vamos a poder atender las obligaciones de pagos a corto plazo, es decir, a un año vista. Estudiar las previsiones de ingresos y gastos, esto es, revisar y comprobar la verosimilitud de nuestro presupuesto de la Cuenta de Resultados es fundamental. Es muy frecuente oir que “el papel lo aguanta todo”, por eso es muy importante que dicho presupuesto contemple un escenario duro o negativo, pues será mejor prevenir que curar lo que ya puede ser incurable. Hay que someter a los números de nuestra empresa a una especie de “test de stress”, nombre acuñado para el sector bancario. A diferencia de nuestros homólogos del norte de Europa, los empresarios anglosajones, germanos y nórdicos, nuestra actitud, ante cambios no necesariamente drásticos en la economía, es la improvisación y la toma de decisiones basada en nuestro olfato y en esa percepción subjetiva de que los problemas suelen ser pasajeros y no estructurales. Deberíamos concienciarnos de la importancia de una lectura realista y desapasionada de nuestro Balance de Situación al cierre del año o del último trimestre o cuatrimestre y su comparación con anteriores períodos, pues la evolución del endeudamiento, de los plazos medios de cobros y pagos, de las cuentas de clientes de dudoso cobro, etc, nos dirán la posible mejora o empeoramiento de nuestros activos y pasivos. Los recursos propios pertenecen a los propietarios o accionistas, pero es responsabilidad de los administradores velar por los derechos de trabajadores, proveedores y deudores en general. Por supuesto, importantísimo, los que puedan corresponder a la AEAT y la Seguridad Social. Si el Balance de Situación es la foto fija de los derechos y obligaciones económicas de la empresa en un momento concreto, por ejemplo, el 31 de Diciembre de cada año y la Cuenta de Pérdidas y Ganancias nos revela el resultado final de una anualidad, por diferencia entre ingresos por ventas y otras posibles fuentes (venta de activos, por ejemplo) y los gastos, tanto de estructura como variables así como la rentabilidad de las operaciones, el Flujo de Fondos generado por la operaciones, es decir, el origen de los mismos y el uso o aplicaciones al que han sido dedicados, es también muy revelador del buen uso de los mismos. En resumen, estos tres instrumentos de control de la economía de la empresa son absolutamente necesarios que sean conocidos y manejados por los ejecutivos de la misma, con métricas de comparación que no deberían ser superiores a un trimestre o como máximo un cuatrimestre. Los más avezados en su interpretación y análisis, tienen a su disposición una importante cantidad de ratios que permitirán también profundizar en el conocimiento y evolución de la salud de la empresa. Concienciar a los dirigentes y responsables de nuestras empresas de la importancia de conocer “lo que dicen los números”, pasa necesariamente por facilitar cursos y programas para enseñar finanzas de empresa a personas no financieras, pero que conocen bien sus mercados, sus sistemas de producción y que tienen un importante papel en la evolución de la economía española.